viernes, 21 de enero de 2011

CAPÍTULO 1: PESADILLA

Junio. 1980. Aquel día el sol prefirió no molestar y, por tantom no se apreció atisbo alguno de calor. Lars acababa de levantarse, aunque sus pensamientos le habían mantenido en vilo toda la noche. No podía pensar en otra cosa que no fuera la imagen, aquella que no hacía más que repetirse en sus sueños. La mujer agazapada, acechando entre tinieblas, esperando el momento para atacar. ¿Qué pretendía mostrarle su mente con esa pesadilla? ¿Por qué el mal se encarnaba en la feminidad? Demasiadas preguntas se acumulaban, pero ninguna contestación daba la respuesta.

De repente, algo en su interior se iluminó. No sabría explicar qué sacudió su mente, pero le había dado una gran idea. Hizo dibujos, esquemas, llenó folios de reflexiones que no llegaban a ninguna parte. No era suficiente, necesitaba transmitirlo de otra forma. De modo que, sin pensarlo, se dirigió hacia el armario de su habitación (el azul situado delante de los pies de su cama) en busca de su cámara. Tras hablar con Thomas, ambos se dispusieron a darle vida a aquel delirio, a través de una historia plasmada en imágenes y secuencias aterradoras.

Lars decidió partir de su sueño, de aquella silueta en penumbra que habitaba en su mente. Acompañada con una escalofriante banda sonora (similar a la de muchos filmes de Hitchcock), la escena lograría perturbar al espectador de la misma forma que a él: Conforme avanzan los minutos, la oscuridad desaparece, y una ventana parece situarse junto a la muchacha. La música se vuelve más estridente, hasta que una figura irreconocible a través del cristal, destroza el mirador, con intención de atacar.

Este comienzo, al igual que la realidad de Lars, no es más que una pesadilla. Un sueño escalofriante que hace padecer a su protagonista una especie de fotofobia, envenenada por la oscuridad, que no le permite salir a luz.La joven empieza a sentirse cada más insegura. Se agarra a las sábanas, intenta calmarse hablándole por teléfono a una voz, aparentemente, desconocida. Pero nada consigue tranquilizarla. El primerísimo primer plano de su ojo derramando una lágrima logra transmitir esa inquietud. Este miedo, sin embargo, no es más que una metáfora, un reflejo del verdadero temor que esconde Lars, y que se desvela al final. 

A través de varios planos, en los que se muestran bombillas rojas y flores marchitas, se va mostrando qué ocurre realmente. Pero la llamada de teléfono es la encargada de dar la explicación a esta extraña fantasía, pues la protagonista descubre que su verdadero pánico no debe achacarlo a las sombras, sino a volar. La  secuencia final , con un cielo sepia y una gran bandada de adorno (que recuerda a "Los pájaros"), cierra de forma magistral este corto, con el que su creador consiguió su objetivo: confundir y desasosegar.


A pesar de todo, Lars seguía sin conciliar el sueño. Pero, esta vez, eran otro sueños los responsables de no dejarle descansar. Situaciones inconexas que, de momento, no conseguía explicar. De momento.

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