domingo, 10 de abril de 2011

CAPÍTULO 18: PARALELISMO


Había pasado mucho tiempo desde el final de El Reino. La melancolía no le había abandonado. Tampoco la sensación de vacío.

Poco había hecho desde entonces, y sus planes de futuro no auguraban nada bueno. Sin embargo, aunque el danés no lo sabía, todo cambiaría. La mejor época de su vida estaba más cerca de lo que él se imaginaba:

Por un lado, estaba a punto de embarcarse en uno de sus más aclamados proyectos (que tendría, a su vez, consecuencias que cambiarían su forma de entender el séptimo arte); y por otro, su amado Rigshospitalet sería reconocido por un reonocido autor.

Esto último llegaría años más tarde, cuando el escritor de ciencia-ficción por excelencia (cautivado por la originalidad y excentricidad de la serie de Lars) decidiera adaptar las peripecias del Doctor Helmer.  En efecto, Stephen King sería el encargado de crear al álter ego americano del médico en Hospital Kingdom. Hubo cambios, aunque es cierto que la serie mantuvo la esencia de terror e intriga que su predecesora:

Lewinston fue el lugar elegido para que transcurriera la trama; y el espacio, un molino de la Guerra Civil, en el que murieron muchos niños. De esta forma, la historia adquiriría un tono siniestro, siguiendo las directrices de su "padre adoptivo". De hecho, el sello Von Trier se disipaba conforme avanzaban los capítulos.


No ocurrió así con los personajes (al menos, con los principales). El señor King cambió el nombre de los dos protagonistas: el doctor Helmer pasó a llamarse Stigman, y Sigrid Drusse se convirtió en Eleanor Drusse. Su carisma, no obstante, seguía patente. Él, neurótico y antipático; ella, dulce e inquieta médium. Sus "aventuras" en el Hospital serían muy similares, pero las excentricidades se verían reducidas, dando paso a una atmósfera menos cómica que la original.

Sea como fuere, el único paralelismo que de verdad podría extraerse es que el éxito cosechado entre crítica y público fue el mismo. Los americanos que buscaban una serie diferente y transgresora, la encontraron. Y, además, le ofreció a Lars la oportunidad de lanzarse a la fama internacional de forma definitiva.

Aunque, años antes, muchos ya le conocerían por otro trabajo  más impactante y demoledor. Hubo quien afirmó que la rotundidad de esa obra vino dada por su represión sexual; otros, por su demencia.

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