domingo, 3 de abril de 2011

CAPÍTULO 16: RUIDO, CAMBIOS


"¡Pípipipipipi!", bramó el despertador, como cada mañana. Aunque era más temprano de lo habitual, había mucho que hacer; cosas que preparar y resolver. El cansancio, sin embargo, seguía presente, pues los nervios habían impedido que Lars se relajara (y mucho menos, soñase).

Las críticas ya estaban publicadas. Las audiencias, medidas. Y él, desecho.

De repente, el timbre sonó de manera muy escandalosa. No sabía qué le pasaba, pero esa mañana el sobresalto aparecía por doquier (sin motivo, en ocasiones). El causante de su perturbación momentánea subía las escaleras. Era Thomas, con la prensa bajo el brazo y una gran sonrisa en la cara que delataba sus intenciones. Como un enfermo que ansía que le inyecten un calmante para aplacar el dolor, Lars le arrancó uno de los periódicos. 

No salía de su asombro. Lo había vuelto a conseguir. Aunque la sorpresa había sido mucho menor entre el público, lo cierto era que estaba muy lejos de la decepción. Asimismo, la crítica tuvo que esconder sus afilados colmillos, y rendirse (en cierto modo) ante esa nueva entrega del peculiar Rigshospitalet


El camino, no obstante, había resultado muy complicado. Para empezar, la trama se había vuelto más compleja, pues no sabía muy bien cómo resolvería la historia. Contaba, eso sí, con un trazo de los personajes excelente, que no tendría más que repetir. Su pulso narrativo tampoco era nada desdeñable, pues los acontecimientos de ese extraño hospital estaban contados con gran estilo y empaque visual (algo que Thomas le remarcaba siempre). En ese sentido, la serie había conseguido un gran avance en el ritmo, pues gracias al manejo de múltiples elementos, Lars había dotado de una agilidad antes inexistente que le restaba, eso sí, profundidad a las historias (y los críticos, cómo no, lo señalaban como el mayor defecto de esta segunda temporada).

Por tanto, aunque la apuesta formal seguía vigente, el guión había caído en cierto esquematismo, que podía maquillarse con la siempre soberbia interpretación de los actores. Pero no importaba. La serie continuaba manteniendo el aroma a producto de calidad, alternativo. 

De hecho, tras la emisión de los 4 capítulos, Lars se animó. Decidió ponerse en marcha, dejar que la inspiración le revelase alguna brillante idea con la que continuar las aventuras del doctor Helmer y la señora Drusse. Pero algo iba a suceder. Algo que, desgraciadamente,  se escapaba a su control y pondría punto y final a la serie...


 

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