domingo, 17 de abril de 2011

CAPÍTULO 21: ROMPIENDO LAS FRONTERAS


El rodaje ya había finalizado. Pero la alegría venía por partida doble, pues el Festival de Cannes había acogido el filme, y eso suponía el lanzamiento de la obra de forma internacional. Todos lo celebraban. Desde Emily hasta Thomas, quien le había ayudado a sacar el proyecto hacia delante. 

Además de todo ello, Lars había quedado satisfecho con el resultado. Había empleado técnicas nuevas y mejorado otras. De lo que no cabía la menor duda era de que no estaba dispuesto a repetirse. De esta película, que finalmente titularía Rompiendo las olas, destacaba los tres planos en los que la protagonista mira a la cámara, pues de esta forma lograría traspasar las líneas entre relato y espectador (con el que, además, se consigue una mayor empatía). En ese sentido, nuestro protagonista agradecía a Emily su frescura, su naturalidad, pues en cada escena aportaba grandes dosis de realidad y carisma a su personaje. De hecho, en el montaje decidió utilizar la última de las tomas (las más ricas en matices).


También le debía mucho a Per Kirkeby, artista y amigo que diseñó las imágenes con las que se daba comienzo a los capítulos de la película (que, por otro lado, se convertían en otra de las mejores bazas del filme). El estilo romántico, difícil de conseguir (o, al menos, bajo las exigencias del director) impregnaba de amor y color a la historia, junto con una banda sonora acorde con cada pintura.

Con toda esa mezcla de elementos, Lars se jugaba todo en el Festival, en el que ya había sido reconocido anteriormente. No obstante, la temática que trataba en esta ocasión era diferente, y eso podía jugar en su contra. ¿Qué veredicto obtendría con su particular visión del amor y sus consecuencias?



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