domingo, 17 de abril de 2011

CAPÍTULO 20: EL (PRIMER) MILAGRO

Emily. Si los ángeles pudiesen adoptar la forma de un humano, probablemente la encarnación hubiera tenido lugar en el cuerpo de ella. O, al menos eso pensó Lars tras ver el rostro de aquella muchacha, que destilaba bondad en cada uno de sus gestos.

Bess, el personaje que encarnaría, era una mujer débil, sin otra aspiración en la vida que la de encontrar el amor; un amor puro, que derribase todos los muros que se pusieran por delante. Cuando por fin lo encuentra, se percata de lo qué es realmente la vida, de la razón de su existencia. Sin embargo, no todo se desarrolla de forma tan armoniosa. El destino, travieso en ocasiones, decide poner a prueba los sentimientos de la joven, llevarlos al extremo. Lo que no parece sospechar es que esa aparente inocencia que rodea a la joven desaparece y se transforma en valentía, capaz de arriesgar cualquier cosa por aquello que ama. 



Aunque no tenía título para la obra, nuestro protagonista sí parecía tener claro el rumbo que tomaría su protagonista (final incluido). Y para que ello pudiera realizarse, era necesaria la intervención de ese milagro descalzo y sin artificios que se había presentado a la audición.

-¿Cuál es tu nombre?- preguntó interesado.
-Emily- respondió la joven, con la mirada firme y una sonrisa que atrapaba al instante.
-¿Qué experiencia tienes tras las cámaras?
-Si he de ser sincera, ninguna. Sólo he interpretado pequeños papeles en obras de teatro. Nada importante.
Esa respuesta dejó sin palabras a Lars. ¿Cómo podía esa muchacha no tener experiencia alguna, pero, no obstante, dejar prendado con sus intensos ojos azules, sin necesidad de nada más? 
No sabía cómo explicarlo, pero ese rostro, esa pose tenía algo de Jesucristo que le atraía.
- Muy bien, Emily. Demuéstranos a qué eres capaz de renunciar por amor.

Con esta premisa, Lars pareció invitar a esa prometedora actriz a sacar sus mejores armas. Su  olfato no le había fallado. Allí había talento. Y mucho, además.




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