domingo, 20 de marzo de 2011

CAPÍTULO 12: MATASANOS

Después de todo el esfuerzo que le había supuesto “Europa” (tanto en su creación como en su presentación), Lars decidió que había llegado el momento de trabajar en algo diferente. No sabía muy bien en qué, pero lo cierto era que muchas ideas se agolpaban en su cabeza.
Había barajado la posibilidad de realizar un cortometraje protagonizado por un personaje arisco e insoportable, pero que a su vez fuese brillante. En un primer momento, pasó por su cabeza que el protagonista perfecto se encarnaría en un crítico cinematográfico, arrogante, con una vida vacía. El absurdo también podría ser un elemento de gran valor y aparecer en sus mordaces diálogos. Claro que no deseaba caer en lo obvio, ni resultar reiterativo…
Tras varios días de reflexión, en los que había llenado folios enteros con argumentos, tramas y personajes distintos, vio la luz (ésa que le aparecía de vez en cuando para indicarle que había tomado el camino adecuado). Podía partir de algo que resultase sencillo a primera vista, pero que si se prestaba toda la atención, podía dirigirse hacia algo más particular. Aunque para poder realizar aquello, su idea inicial debía desecharse.
Trazar la personalidad de un crítico cinematográfico podría dar la sensación de que Lars buscaba venganza por alguna columna hiriente dedicada a él, lo que distaba bastante de la realidad. Entonces, ¿a quién utilizaría como hilo conductor de su historia? La respuesta la halló en el lugar más insospechado: una guía televisiva. Nuestro protagonista se había percatado del auge de las series encabezadas por médicos y cirujanos, todas con un punto en común: la deidad de esos matasanos, que se veía empañada por sus (¡oh!) sentimientos, los cuales les conducían a plantearse el trato con los pacientes y a cuestionarse su “propia realidad” (como si de un ensayo existencialista se tratara).

Ya lo tenía. El protagonista sería un cirujano, pero no uno cualquiera. Se trataría de un genio de la medicina, con un trastorno importante de personalidad. Además, ambientaría el corto en un hospital siniestro, donde pudieran tener cabida pinceladas de terror psicológico (que aumentasen la locura del personaje principal). De repente, todo empezaba a tener un sentido (al menos, para Lars), y fue entonces cuando, de esa mezcolanza brotó algo más: el cortometraje podría transformarse en un capítulo, y éste tener varias continuaciones.
Sí. Estaba decido. Acababa de nacer la primera serie de Lars (algo inaudito, dada su animadversión hacia el género televisivo). Pero, si se lo proponía, podría lograr algo fantástico y original. Muy original.

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