sábado, 7 de mayo de 2011

CAPÍTULO 26: HIPOCRESÍA

No era ningún secreto que, desde que era un niño, Lars sentía un pánico atroz a volar. Ya lo demostró con su primer cortometraje ("Nocturne", en el que ponía de manifiesto su terror a los aviones), y a largo plazo, esa fobia le había impedido alcanzar algunos de sus sueños.

Por ello, durante la presentación de "Bailar en la oscuridad", la rabia y la impotencia alcanzaron sus máximas cotas en el interior de nuestro protagonista cuando algunos de los críticos calificaron de hipócrita la denuncia que realizaba en la película. Esas acusaciones se sostenían en que Lars jamás había pisado suelo norteamericano, por lo que "no podía tener ninguna noción sobre lo que allí ocurría".



¿Era necesario estar presente de forma física para saber que algo olía a podrido en aquella sociedad? ¿Quiénes eran ellos para juzgar qué era ético? Tal y como observaba en muchos filmes estadounidenses, nadie. Ellos podían contar historias ambientadas en otros siglos, en otras épocas, con mentalidades y culturas que, dudosamente, llegarían a conocer. Sirviéndose de libros y documentos, muchos guionistas construían una trama y dibujaban unos personajes basados en esos papeles. Entonces, ¿en qué basaban sus críticas? ¿Tanto daño les hacía que se les mostrara el verdadero rostro de la realidad en la que vivían?


Aunque, como rezaba el famoso dicho, "no había mal que por bien no viniese". Su próximo proyecto ya flotaba en el aire. La base estaba clara, y el carácter del personaje principal, también. El espíritu de Selma era demasiado fuerte...

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