domingo, 15 de mayo de 2011

CAPITULO 28: PERRERA

El guión ya estaba terminado. Después de varios meses planteando distintos argumentos con los que construir su crítica, Lars había plasmado perfectamente su tesis. 

Tal y como había planeado, la localización se situaría en único espacio, en el que se pudiera mostrar la verdadera cara de los personajes. Pero su mente había trazado otra idea que derivaba, precisamente, de aquella premisa: si en un lugar cercado podían aflorar (o mejor dicho, mostrar el proceso en el que brotaban) los sentimientos y acciones de los protagonistas, ¿por qué no eliminar todas las barreras y dejar todo el escenario al descubierto? 

Era un planteamiento arriesgado, pues para lograr que el público se olvidase de la ausencia de decorados, necesitaba un guión de hierro, que transmitiera emociones más allá de la mente e imaginación del espectador. Desde luego, su texto era un placaje en toda regla, algo que dejaría removida la conciencia (y el estómago) de aquel que se atreviera a visionar el espectáculo de hipocresía y maldad que impregnaba al filme.

No obstante, todavía le faltaba algo muy importante: el título, las palabras con las que todo el mundo reconocería su obra, algo que englobase la trama y aportara significado. Tras mucho cavilar, Lars llegó a una conclusión: la historia transcurría en un pueblo (sin decorados, eso sí), donde cada uno busca sus intereses, un lugar en el que el ser humano se transforma en bestia. 


Lars se percató, entonces, de que esa localización se asemejaba a un corral. Bueno, más bien a una perrera. Podía decirse que se trataba de un pueblo habitado por animales...

No hay comentarios:

Publicar un comentario