domingo, 8 de mayo de 2011

CAPÍTULO 27: AMÉRICA

Lars no sabía exactamente en qué punto de su vida había empezado a sentirse atraído por el alma. No, no fueron las lecturas filósoficas lo que le invitó a reflexionar sobre ello (aunque sí se alzaban como una evidente referencia).  Quizás, sus raíces le habían aportado algo más de lo que pensaba.



Lo que sí estaba claro era que su lectura personal de los hechos era poco común, cuanto menos. Así quería demostrarlo en su película, en la que intentaría explicar (o más bien exponer) qué significaba América para él. Plasmaría la repugnancia y la maldad que, según su punto de vista, fluía en aquella mentalidad; no sin olvidar el carácter frío de sus ciudadanos, quienes se mostrarían impasibles ante cualquier desgracia ajena.



Pero, ¿cómo concentraría esa teoría en pantalla? ¿Necesitaría su historia diferentes localizaciones para exponer su tesis? No tenía por qué. La acción podría ubicarse en un solo escenario, en el que sus personajes se desenvolvieran mejor, donde sus manipulaciones y pecados pudieran concentrarse y saborear, así, la putrefacción del ser humano. Era un muy buen comienzo, que tendría un final no menos revelador.

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