domingo, 22 de mayo de 2011

CAPÍTULO 31: FESTIVAL, ESPEJO DEL ALMA

Cannes abría, de nuevo, las puertas a Lars. Desde la presentación de El Elemento del Crimen, nuestro protagonista había pisado la ciudad francesa en varias ocasiones. De hecho, podría decirse que cada nuevo proyecto era recibido con los brazos abiertos por el festival.



Ya había sido premiado por Bailar en la Oscuridad, pero esta ocasión se le antojaba más especial. No sabía si era porque no pisaba la alfombra desde hacía 5 años, por Nicole o por la película en sí. Lo que sí tenía claro era que la sorpresa estaba garantizada. Había llevado con total secretismo cualquier el argumento de Dogville

De todas formas, era en las ruedas de prensa donde mostraba su verdadera faceta como cineasta, donde sacaba su auténtica personalidad. Además, era el epicentro de la película, en la que desgranaba cada detalle y relataba cómo llegó la historia a su cabeza. También era el lugar en el que, inconscientemente, dejaba patentes sus opiniones acerca de su forma de ver el arte (y la vida). A raíz de sus palabras (en ocasiones, muy polémicas), muchos no dudaban en tacharlo de estratega, de descarado promotor de sus filmes.




Lars sabía que sus opiniones podrían resultar molestas. ¿Y qué? ¿No era la provocación una forma de arte? ¿Qué había de Serge Gainsbourg? Él fue un provocador nato y no por ello dejó de triunfar y ser reconocido por lo que era: un icono de la música, con un talento especial y (casi) insuperable.

Sin embargo, nuestro protagonista sabía que, a veces, ese particular prisma no era compartido por todo el mundo. Y, aunque él no lo sabía todavía, en el futuro sus declaraciones adquirirían más protagonismo, incluso, que su película...

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