domingo, 1 de mayo de 2011

CAPÍTULO 24: DEBUT

El género musical nunca había sido el favorito de Lars. Aunque debía reconocer que cada vez que emitían "Cantando bajo la lluvia" nunca se la perdía. Pese a todo, le apetecía introducirse en ese mundo mágico, en el que se mezclaban estrofas y coreografías. Claro que, como toda su filmografía anterior, la innovación estaría patente (tanto en el argumento, como en la técnica). Además, tal y como había prometido, culminaría la trilogía "Corazón de Oro", por lo que el filme no estaría exento de carga dramática.




Después de tener escrita la historia, necesitaba las letras de las canciones que darían forma al proyecto. Para ello, contaría con la imaginación y el talento de un prodigio de la música actual: la islandesa Björk había accedido a componer la música de la película. A pesar de que Lars no había escuchado ningún disco de la cantante, su aspecto posmoderno y la fragilidad de su rostro fueron razones más que suficientes para embarcarla.

Pero no todo iba tan bien. La audidición para la protagonista principal (la que daría vida a Selma Jezkova) no había ido como él esperaba. Y sospechaba que aquello no mejoraría en los próximos días. Sin embargo, una idea vagaba en su cabeza desde hacía un tiempo. No sabía si saldría bien (ni si podría llevarse a cabo), pero, sin duda, era algo que dotaría de originalidad y carisma al personaje. 

No cabía duda de que Björk había realizado un estupendo trabajo con la banda sonora, pues el sufrimiento y el optimismo que caracterizaban a Selma se habían reflejado con exactitud. Si había sido capaz de captar esos sentimientos a través de unos cuantos pentagramas, ¿por qué no iba a poder meterse en su piel? Un sincero "sí" le dio la respuesta a Lars.

Para nuestro protagonista, esa fusión músico-interpretativa alcanzaba su cota máxima en la escena en la que Selma, acompañada de Jeff, entonaba su canción favorita: "I've seen it all". La bondad inundaba cada plano  gracias a la desgarrada voz de la islandesa, que arañaba el alma del espectador; y a una melodía capaz de descubrir sentimientos ocultos, sensibilidades insospechadas. El final, con los hombres del vagón levantando a Selma, era la imagen más hermosa del filme. O, al menos, la que más esperanza transmitía.







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